miércoles, 25 de febrero de 2009
Nota de Jorge Rivas en Clarin
La roca de la política y de la vida
El 13 de noviembre de 2007 el funcionario que escribe este artículo fue asaltado y golpeado en la cabeza. Está en rehabilitación neurológica. Ayudado por una tecnología especial, reflexiona aquí sobre la utopía que alienta en los jóvenes. Por: Jorge Rivas
Fuente: VICEJEFE DE GABINETE (CON LICENCIA*)
Diario Clarin, 25/02/09
Ilustracion: Horacio Cardo (http://www.horaciocardo.com)
Debo confesar que al principio dudé. Me sugerían que escribiera sobre el valor de la tarea política, en particular para los más jóvenes, y sobre mi propia voluntad de volver a ella mediante un arduo trabajo de rehabilitación física. Dudé, porque si bien nunca he dejado de reflexionar sobre la política, no estoy en cambio acostumbrado a escribir sobre mí. Temía quedar embretado en una maraña de malos recuerdos.
Después me pareció que se trataba de otra oportunidad para tratar de superarlos. Pienso en el relato homérico acerca de Sísifo, un hombre tan enamorado de la vida que desafió al dios de la muerte. Los dioses olímpicos lo condenaron a empujar una pesada roca cuesta arriba por la ladera de una montaña. Antes de alcanzar la cima, la roca volvía a caer. Sin darse por vencido, Sísifo recomenzaba una y otra vez su trabajo.
Personalmente creo que aunque no haya Olimpo ni dioses, sí hay circunstancias que no hemos decidido nosotros, a las que hay que hacerles frente. Como el personaje del mito, quiero llevar la roca hasta arriba. En la política también hay una utopía, que no es otra que construir sociedades justas. Sabemos que es difícil, pero la esperanza es la que nos permite avanzar hacia la meta. Como en la rehabilitación, tenemos que valorar los pequeños avances que, concatenados, son artífices de los grandes cambios.
Provengo de una generación que militaba con orgullo, ya que era nuestra manera de demostrar que la realidad nos dolía y que queríamos cambiarla. No me resigno a creer que las nuevas generaciones hayan sido ganadas por la frivolidad. Prefiero creer que experimentan la misma perturbación ante la injusta realidad que les ha tocado pero que lo manifiestan de una manera diferente. Sin embargo, también hay jóvenes que militan, desafiando la adversidad de un contexto hostil. En este tiempo, la acción política no está asociada en la consideración pública con el altruismo, el compromiso y la solidaridad, sino con el egoísmo, el negocio y la trampa. No sorprende que los más jóvenes teman contaminarse. Es que no hay dudas de que se trata de una actividad plagada de contradicciones fuertes. Como la vida misma. Pero es indispensable entender que la política no es buena ni mala. Son los políticos los buenos o malos, los honestos o corruptos, los capaces o incapaces.
Por mi parte, hace unos días recibí de mi hija de seis años, Pili, la mejor crítica a mi trabajo y a mi vocación, y una fuerte esperanza para el futuro: me dijo que cuando sea grande va a ser diputada nacional. "Además de remisera", agregó, dando una pincelada de época.
Más allá de la posición que se sostenga respecto del actual gobierno y del anterior, resulta difícil no reconocer que esta etapa pasará a la historia, entre otras muchas cosas, por haber vuelto a instalar a la política en el centro de la escena. Tengo confianza en que este sea un tiempo propicio para que los jóvenes acerquen a la política su rebeldía. Ellos pueden entender mejor que nadie que participar no implica sólo reunirse con aquellos con los que se comparten ideas, sino incluirse en una empresa colectiva en la que los lazos humanos son tan importantes que su ausencia la condena al fracaso.
El trabajo de rehabilitación también es una empresa colectiva de la que forman parte, de un modo u otro, médicos, enfermeros, terapistas, familiares, amigos, compañeros, y hasta gente desconocida que hace llegar su aliento. Todos ellos me hacen más llevadera esta etapa difícil de la vida. Desde el incidente que me tocó vivir en noviembre de 2007, estuve cinco días en coma y más de un año con una traqueotomía. Aún no puedo hablar. Apenas me muevo. Voy avanzando en todos los aspectos, aunque muy lentamente.
He aprendido que cada mañana, como Sísifo, tengo que empujar mi roca. Igual que en política, lo único que no vale es la resignación. Y en cuanto a vos, Pili, si aflojás con los brillos, dejás de pintarte como una mascarita, y coincidís en que si empujamos la roca todos juntos con convicción vamos a lograr ponerla en la cima y convertirla en el cimiento de una sociedad justa, ya podés contar con mi voto. Lo del remise, si te parece, lo vemos más adelante.
*Me comunico por medio de una notebook equipada con un moderno programa informático que muestra en la pantalla un teclado alfabético sobre el que se desplaza el cursor, guiado por los ojos. Elegida la letra, clickeo con el mouse, y así voy armando las frases. El interlocutor puede leer, o esperar que la máquina lo reproduzca con voz. Con ese sistema escribo estas líneas.
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