lunes, 22 de junio de 2009
Con el papel protagónico de los obreros
Página/12 visitó la flamante Papelera Quilmes y conversó con sus trabajadores sobre cómo fue el proceso de vaciamiento empresario y las expectativas que genera esta nueva etapa fundacional sin patrones.
Por Sebastián Premici
Tras el vaciamiento de Papelera Massuh, el Estado y los trabajadores idearon un mecanismo de rescate basado en un Fideicomiso Financiero y Administrativo, gestionado por el Banco de la Nación, y conformaron un Consejo de Administración integrado por los propios trabajadores, la entidad financiera, y Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, para llevar adelante las tareas diarias de producción. Luego de 128 días de lucha, con toma de fábrica incluida, la ahora bautizada Papelera Quilmes comenzó su producción bajo gestión obrera (son 590 trabajadores), con la ausencia de sus viejos patrones, y con un nuevo contrato laboral por tres años.
“Era esto o la calle”, resumió a Página/12 el delegado sindical Héctor Urvanoviz. Es media mañana del jueves y Guillermo Moreno acaba de participar de la mesa del Consejo de Administración de la Papelera Quilmes, como lo hace todos los días desde que asumió la gestión de la compañía. Tras la partida de Moreno, quedan en la mesa once trabajadores, representantes de las tres fábricas antes operadas por el ex pope de la UIA, Héctor Massuh (Quilmes, San Justo y San Luis). Están hablando del contrato de trabajo que firmarían esa misma tarde en el Ministerio de Trabajo.
“Por más que estemos sentados acá, no podemos olvidarnos de cuál es nuestra función como trabajadores. Ahora tenemos una visión más clara de cómo es todo el proceso de una fábrica y por eso podemos tener un mayor control de las cosas. Pero de directores no tenemos ni medio”, se sinceró Juan Naveira, un obrero del turno noche que también participa de las reuniones diurnas.
Detrás de los obreros hay una gran pizarra con números de producción diarios, mensuales, costos y proyecciones de ventas. Debido al conflicto que mantenían los trabajadores con Héctor Massuh, la planta de Quilmes estuvo paralizada cuatro meses. Pero desde hace unas semanas, volvieron a la producción. Por día, la fábrica de Quilmes genera aproximadamente 120 toneladas de pasta celulosa, lo que arroja una producción mensual de 3600 toneladas. Con esa pasta, producen 60 toneladas diarias de resmas, es decir unas 4000 por turno (12.000 al día). Además, generan 4000 toneladas de papel blanco por mes, que sirve para abastecer a otras empresas del rubro.
En un año, Papelera Quilmes podrá producir más de 43.000 toneladas de pasta celulosa, más de cuatro millones de resmas y casi 50.000 toneladas de papel obra. Con esta producción, la compañía apuntará a recuperar el 20 por ciento del mercado que se perdió cuando Massuh dejó de pagarles a los proveedores. Con la puesta en funcionamiento de todas las plantas, comenzó también la rueda financiera entre los proveedores y la nueva compañía. Por mes, se necesitan aproximadamente 6 millones de pesos en insumos.
“Quien le vendía el agua oxigenada a Massuh se perjudicó cuando cerró la fábrica. Por eso ahora le conviene abastecernos de este insumo, con nuestro compromiso de pagarle una vez que tengamos ingresos. Antes Massuh no era creíble, pero ahora con la figura del Estado, nuestros proveedores pueden confiar”, graficó a este diario Urbanoviz.
El principal cliente de la empresa era y es el Estado: AFIP, Anses, Banco de la Nación, Ministerio de Educación, la Ciudad de Buenos Aires, entre otras dependencias. También trabajan con Wall Mart y Carrefour, con quien tienen un acuerdo a través del cual los obreros de la planta de Quilmes recibieron 900 pesos cada uno en tickets.
Un rescate inédito
Primero se habló de estatización. Luego de la capitalización de la empresa por parte del Estado para nombrar algunos directores y así tomar el control de la fábrica. En una de las tantas reuniones del Comité de Crisis integrado por la ministra de Producción, Débora Giorgi, la presidenta del Banco de la Nación, Mercedes Marcó del Pont, y Guillermo Moreno, entre otros funcionarios, se decidió que la mejor salida jurídica para Massuh era la creación de un Fideicomiso Administrativo y Financiero.
“La acción de preservar la capacidad operativa de la planta constituye una operación de salvataje, que en numerosos países es común pero que en Argentina, pos reformas neoliberales, emerge como una sorpresa para algunos y una herejía basada en torcer la voluntad del mercado, para otros”, manifestó Roberto Feletti, director del Nación.
El Fideicomiso es el mecanismo que permite separar las deudas de la empresa de su realidad productiva. “Para nosotros, la nueva compañía es el Fideicomiso”, aseguran los trabajadores de Papelera Quilmes. La figura legal del Fideicomiso no llegó por un capricho del Estado, sino que fue el instrumento que permitió sacar del estancamiento a una empresa vaciada por sus dueños. El Estado también se comprometió a pagar el alquiler de las máquinas, dinero que irá a la cuenta del juicio concursal y que saldrá del treinta por ciento de los beneficios totales de la actividad productiva.
Desde Nación Fideicomisos indicaron a Página/12 que el Estado no hizo ningún aporte de capital. Sin embargo, la Anses se comprometió a realizar aportes de capital, en caso de ser necesario y bajo un estricto análisis del caso. Según indicaron desde la Anses, el monto que aportarían podría estar entre 3 y 5 millones de dólares.
El Fideicomiso vence el 20 de noviembre de 2011. En una carta publicada en el diario El Cronista el pasado 2 de junio, Héctor Massuh manifestó que la empresa seguía siendo de su propiedad y que una vez que finalice el Fideicomiso, él retomaría la gestión. Por eso, durante el plazo que dure el Fideicomiso los trabajadores buscarán las herramientas legales para hacerse cargo de la empresa a través de una cooperativa. Un instrumento que sería de utilidad para los trabajadores es la modificación de la Ley de Quiebras y Concursos, que ya está estudiando el Ejecutivo.
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